Hace años leí en Reddit una historia conmovedora. Un joven se había quedado sorprendido con la cantidad de gente que había asistido al funeral de su abuelo, pese a no ser un personaje público, y por la unanimidad en los mensajes: «siempre se preocupaba por los demás». Un tiempo más tarde el nieto descubrió un cuaderno en el que su abuelo iba apuntando las últimas noticias de cada persona que se encontraba; así, mantenía una suerte de base de datos actualizada. «Begoña tiene problemas con sus padres», «Javier está muy contento con su nuevo trabajo».
En alguna nota debo conservar mi intento de base de datos de amigos, pero la verdad es que no acabó de cuajar. Sin embargo, sí que tengo otros métodos muy sencillos a la par que eficaces. Primeramente, suelo guardar en la sección de Notas de cada contacto del móvil información sobre la persona en cuestión. Dónde la conocí, quién me la presentó, qué estudia, etc. Asimismo, anoto la fecha de nacimiento, provocando alguna vez la peculiar situación de convivir en pocos mensajes de distancia la felicitación de un año y la del siguiente.
Por otro lado, archivo todos los chats de WhatsApp dejando solamente aquellos que debo contestar. Así, pues, a parte de eliminar el ruido que implica tener cuatrocientas conversaciones en una misma pantalla, de un sólo vistazo veo qué tengo que hacer. Más de una vez he tenido que pedir algo por segunda vez, «perdona, me había olvidado», ¡y es lo normal entre tanta información!
Hoy, tras acabar el último examen del trimestre, he paseado con amigos tranquilamente por Barcelona. Cerca de la Facultad de Filosofía de la UB nos hemos encontrado una iglesia en ruinas que, al parecer, han decidido convertir en un centro médico.
En estos días de exámenes y de adviento varias personas me han entregado sus ánimos y felicitaciones navideñas de manera totalmente desinteresada, y me ha parecido precioso. Y, de alguna manera, me ha venido a la cabeza la imagen de la iglesia tapiada con vallas y manchada con grafitis. En época de frío individualismo, urge conservar los muros de la caridad.