O SOBRE LA DISCIPLINA
Hace unos días escuché un episodio de un podcast sobre startups, Itnig, en el que entrevistaban al fundador de Goin. Explicó su negocio: consiste en una aplicación que crea automatismos para ahorrar y, accesoriamente, invertir desde la misma plataforma. Acto seguido, el entrevistador le preguntó: «¿pero esto no viene siendo el cerdito-hucha de toda la vida?», a lo que él responde: «Siempre ha existido y tú puedes hacerlo, y es muy fácil; pero no lo haces».
Oí decir que los gimnasios son el timo del siglo XXI. Uno puede ponerse en forma levantando únicamente su propio peso y en su propia casa; aún así, recurrimos a entrenadores personales y nos rodeamos de gente porque no somos capaces de hacerlo solos. Es como hacer la cama únicamente cuando vienen invitados, o cerrar Twitter cuando alguien se sienta a tu lado en la biblioteca. Peterson suele apuntar que llevamos antes al médico el perro que a nosotros mismos.
«Vencerse a sí mismo un hombre es tan grande hazaña, que sólo el que es grande puede atreverse a ejecutarla». Sin duda estamos ante una cuestión conocida, ya lo decía Calderón de la Barca con estas palabras. Jocko Willink, un oficial retirado del ejército americano que se despierta cada día a las cuatro y media para hacer deporte, lo desarrolla con mayor brevedad: «Discipline equals freedom». Tal vez por eso recordemos con una amable sonrisa la juventud, cuando los días nos los marcaba nuestra madre y únicamente nos preocupábamos de acabar el workbook y pegar patadas a un balón. Ahora, me topo con esta sensación una vez por trimestre, cuando imprimo los apuntes definitivos semanas antes del examen. Levanto el grueso de hojas y suspiro: “únicamente” he de estudiar eso. Fuera incertidumbre.
La verdad es que no estoy seguro de cuál es el método más efectivo para ganar autocontrol, ni cuánto poder coercitivo debemos ceder al Estado para que haga de mamá. ¿Debemos copiar a Singapur, donde caminas por calles desiertas de chicles a costa de estar limitado, así como escudado, por un severo régimen punitivo? Lo que sí se es que la próxima vez que vaya a coger la bici con auriculares me lo pensaré dos veces, porque hoy escuchar Kanye West me ha costado 60€.