Arxiu d'escrits – C.S.

¿Debemos correr carreras indefinidas?

Hacía tiempo que sabía que quería participar en una carrera, pero nunca había pensado en aquella en concreto. Conoció de su existencia por casualidad. Era la mejor que había visto. Ni se había planteado cuantos quilómetros habría de hacer; tampoco le importaba. La mera idea de recorrerla, de poder ganar el premio (¡y vaya qué premio!), merecía la pena. Eso es lo que pensó en un principio; pero, ¿disponía de la condición física necesaria? Es fascinante la falta de atención que uno da a la imagen completa (esto es, no sólo el premio sino también las posibles lesiones) cuando hay ilusión de por medio.

En los siguientes días, habiendo hablado con un amigo acerca de la carrera, se dio cuenta de que no podía participar. Es en estos momentos, de pérdida de control, cuando uno regresa al plano general. «Seguí queriendo participar en una carrera» me dijo, pero ahora no había motivo palpable por el que entrenar.

Por un cambio de circunstancias, unos meses más tarde se enteró de que podía participar. ¡Menuda euforia! Llevaba un tiempo sin correr, pues durante el verano no había entrenado, pero en ese momento no le importó en absoluto, de nuevo se sentía capaz de ganarla. Y, ¿acaso era su culpa? Crecímos a golpes de «todo es posible», entremezclados con premios de participación para los onceavos y reyes magos que nos traían lo que queríamos.

Empezó la carrera hará ya unas semanas. Me comentó que consiguió muy buenos tiempos en las dos primeras etapas. No sabe si será ventaja suficiente para ganar, pero dice que ha estado impecable. Un rotundo «impecable». Ahora bien, también me confesó que algunos días estuvo a punto de dejarlo porque no lo veía posible. «Para qué someterese a este desgaste físico si, al final, aún dando lo mejor de mí, no podré ganar». Lucía pocas esperanzas. El problema, creo yo, es que no solemos escuchar a los perdedores (quienes tampoco deben tener ganas de explicarse) y, consecuentemente, desconocemos el fracaso.

Ayer volví a recibir noticias. Tras reflexionar (sin parar de moverse, claro), ha llegado a la conclusión de que no corre solamente para conseguir este premio, sino porque no puede estar parado. Cuando consiga esta primera meta (si es que la consigue), ¿se conformará y parará? ¿No habrá nuevas carreras? Él no sabe lo que le deparará el futuro, y yo tampoco; pero creo que ambos intuimos que la ilusión (y la desesperación y sacrificio que conlleva) es la meta en si mismo.

No debemos esperar una victoria tras otra, porque eso no es posible; pero podemos disfrutar del transcurso de la carrera. Y es que al final es lo de siempre: no es tanto quien consigue llegar primero, sino más bien quien es capaz de aguantar todo el camino.

Thoughts? Leave a comment